viernes, 27 de abril de 2007

Abece Darío

A ntes de que te vayas,
B uscaré el imán que nos une.
C ada vez que te vayas,
D esde tu partida empezará tu vuelta.
E s un camino nuevo el que nos dibuja,
F iligranas de amor trianguladas,
G uerras ficticias en la multitud de nuestra verdadera soledad.
H acia donde caminas, amor
I nquilina perenne de mi fortaleza sonriente,
J uramento enmudecido por el tiempo.
L a selva de árboles talados que dejaron en nuestro paisaje,
M e hará replantar la búsqueda de Danna.
N o habrá cansancio mayor que mi energía.
O sigo tras de ti, o no soy Darío.
P ensarás que nuestra canción ya no se oye.
Q ue pintaron tormentas encima del azul.
R ecuerda aquel primer camino que tan lejos hicimos.
S i te transformaron aquellas piedras,
T ambién encajarán entre nosotros éstas nuevas.
U n café para coger aliento.
V ersos como equipaje que nos vamos.
Y o te haré con mis manos, entre palabras,
Z apatos nuevos para el nuevo camino.

lunes, 23 de abril de 2007

El azul del amanecer

Una historia de amor repetida en dos generaciones, en dos lugares distintos. Amor, tangos, fotografías antiguas, revoluciones políticas, familias sin el afecto de la sangre… Trozos del diálogo de una película que, como flashes, reviven tu historia repetida casualmente… o no.
Para no perder el encanto original, leedlo con acento argentino.



- Llegas hasta allí, y hay otro horizonte; tú pasas ese horizonte y allí está Argentina.
- ¿Hay dos horizontes?
- Si. Dos.
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Se arrancó el amor de lo más profundo, y para no bañarla en dolor le dijo: “voy a venir por ti”… lágrimas, sonrisas desesperadas, un roce exageradamente corto con la yema de los dedos… la última mirada.
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- Entre ser un mal padre y no serlo, prefiero ser un mal padre.
- Cuando me fui pensaba que dejaba a mi familia; entonces no sabía que mi familia sería ese piano.
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- Esto es peligroso.
- ¿por qué?
- Porque estoy segura de lo que sientes por mí y yo por ti.
- No puede ser.
- Tenemos que hacer algo ¿no?
- Tengo familia.
- Ya lo sé. No te pido que la dejes. Dame dos horas al día.
- No puedo.
- Una hora al día; una hora a la semana; un minuto al año; un minuto en tu vida. Necesito que seas mío.
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Tienes miedo de acabar conmigo y no tener coraje para seguir con la otra historia; o de seguir con el pirulo y luego pensar que te equivocaste.
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- ¿Nos vamos a volver a ver?
- No sé. Nos hemos despedido tantas veces.
- Sí. Pero ya estamos más viejos.
- No. Viejo estás tú. Yo estoy monísima como siempre… perdimos algo tú y yo.
- Aquí estamos, que no es poco.
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Uno no siempre se puede dejar llevar por lo que pase; a veces hay que tomar una decisión.
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- Y dime; esa mujer… ¿la quieres?
- Sí claro. ¿por qué?
- Es que es muy difícil empezar una nueva vida a nuestra edad. En este momento estás tú sólo con tu alma.


Y tuvieron un niño que llevó repetido, como la historia, el nombre de su antepasado. La misma historia que hoy acaba… y que, mañana mismo, con el azul del amanecer, puede volver a empezar.

martes, 10 de abril de 2007

El azul del atardecer

El libro mas feo del mundo, el peor escrito, el más indigesto, literariamente hablando, puede, según la perspectiva resultar una sesión de psicología por 20 euros. Una fotografía tuya.
Y cuando acabas de leerlo, sin pensar si es bueno o malo, en lugar de guardarlo en la estantería lo subes al altar de tu memoria eterna.

“Hace tiempo, descubrió que vivía una serie de situaciones relativas: una estabilidad que a veces pende de un hilo, un equilibrio que nunca le ha inspirado demasiada confianza. Al fin y al cabo, un conjunto de incertidumbres que intenta apuntalar.

Hay una sensación de provisionalidad. Cualquier impresión resulta efímera, como un soplo de aire que se lleva los recuerdos, las imágenes, aquel deseo incipiente, no puede evitar que aparezca un rictus en su rostro.
Si se para a reflexionar no se siente mal por estas cosas, no tiene motivos. Aún así el rostro se le descompone durante un instante, el tiempo justo para descubrir una chispa de incertidumbre.

Reconoce que nunca ha tenido un espíritu aventurero; o quizás sí, hace mucho tiempo; tantos años que, con solo pensarlo se le encoge el corazón.

Aunque los pensamientos se empecinen en borrar los propios actos, nos queda el recuerdo de las palabras que dijimos. Ha sabido construirse paraísos de felicidad artificial que no le han durado demasiado, pero que le servían para ir tirando. Creerse una mentira es una manera de llegar a hacerla realidad. Se había creado un mundo de felicidad en minúsculas que nadie cuestionaba. El desencanto suele ser producto de una suma de minúsculas desilusiones.

El tiempo se para cuando no lo esperamos. La risa, tiene una curiosa musicalidad. Es difícil de describir pero sus sonidos perduran cuando ya no existen.

Era magnifico imaginar que la vida se puede escribir de nuevo.

- ¿Estás bien?
- Me falta aire.
- ¿Para respirar o para vivir?
- Para ambas cosas.

Recordaba el cielo de sus infantiles años le parecía de un azul imposible, la vida le recuperaba el cielo y el mar.

Cuando las mentiras no son imprescindibles, la vida es un logro. Hay historias que, si no se cuentan, parece que nunca han sucedido.

Pensó que desaparecer debía de ser dulce, cuando el aire nos hiela el aliento. Tener el corazón helado es una forma como otra cualquiera de empezar a morirse.
El final del trayecto es una incógnita.
Cuando vivimos obsesionados por el dolor prescindimos del resto de la gente.
Vivir con una sensación de absoluta transitoriedad: todo significaba un paréntesis, nada era definitivo.

La vida puede ser una moneda que se lanza al aire. No nos sirve optar por soluciones intermedias, porque la moneda nunca cae de canto.

Creía que las historias nunca terminan por completo. Nos acompañan como un regalo o un castigo, pero no se desvanecen como la niebla. Nos persiguen por los caminos de la memoria.

No es sencillo encontrar al interlocutor que pone las dosis justa de atención, de buena voluntad, de afecto. La persona que calla y que habla, que respeta los silencios, pero que no nos deja nunca sin respuesta. Una combinación casi imposible.

A veces te invade una sensación de impotencia, no hay nada justificable. Avances y retrocesos. Un nudo en el estomago dificulta la respiración. ¿Cuántos miedos tengo que vencer?, hay lágrimas que curan. Nuestros peores enemigos somos nosotros mismos.

La vida se aplaza cuando nos resulta incomoda.
Ha decidido morirse.

El pensamiento confuso cae en la contradicción mas profunda, la mala conciencia y la sorpresa en mayúsculas. Es sencillo dejar que alguien tome la iniciativa cuando navegas en un mar de dudas. Comprender que los ciclos del tiempo continuaban su rueda.
El tiempo no importa."


El final de un libro
Es un encuentro
Una separación definitiva
El principio del siguiente libro,
El principio de nuestra otra vida.